martes, 27 de mayo de 2008
martes, 5 de febrero de 2008
Si yo pudiera...
Recorrería todos los jardines del mundo para encontrar las rosas más bonitas.
Buscaría debajo de todas las piedras para encontrar las raíces más sanas.
Ahorraría cada día de mi vida para compraros el mejor regalo.
Ordeñaría la mejor vaca para daros la mejor leche.
Os haría mil fotos para decorar las paredes de mi casa.
Llenaría decenas de corazones con todo vuestro cariño.
Escribiría más de un millón de poesías inspiradas en vosotros.
Viajaría al fin del mundo para encontrar lo que perdisteis.
Tejería cientos de pañuelos para secaros las lágrimas.
Juntaría a todas las estrellas para formar vuestros nombres.
Trabajaría día y noche para que no os faltara de nada.
Subiría al cielo si hiciese falta, incluso bajaría al infierno si así salvara vuestras vidas.
Buscaría debajo de todas las piedras para encontrar las raíces más sanas.
Ahorraría cada día de mi vida para compraros el mejor regalo.
Ordeñaría la mejor vaca para daros la mejor leche.
Os haría mil fotos para decorar las paredes de mi casa.
Llenaría decenas de corazones con todo vuestro cariño.
Escribiría más de un millón de poesías inspiradas en vosotros.
Viajaría al fin del mundo para encontrar lo que perdisteis.
Tejería cientos de pañuelos para secaros las lágrimas.
Juntaría a todas las estrellas para formar vuestros nombres.
Trabajaría día y noche para que no os faltara de nada.
Subiría al cielo si hiciese falta, incluso bajaría al infierno si así salvara vuestras vidas.
Soñaría con vosotros tanto despierta como dormida.
...
lunes, 4 de febrero de 2008
¿Un cuento sin fin?
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de dos personas desconocidas.
Cuando el Aburrimiento había bostezado por quinta vez, el Destino propuso algo: “¿Por qué no unimos a Zorro Azul y Luna Blanca? “, la Intriga levantó la ceja sorprendida y la Curiosidad, sin poder contenerse preguntó: “¿Quiénes son Luna Blanca y Zorro Azul? “Dos indios de la tribu que ocuparán el campamento de Sepúlveda este verano”, le explicó el Destino.
Cuando el Aburrimiento había bostezado por quinta vez, el Destino propuso algo: “¿Por qué no unimos a Zorro Azul y Luna Blanca? “, la Intriga levantó la ceja sorprendida y la Curiosidad, sin poder contenerse preguntó: “¿Quiénes son Luna Blanca y Zorro Azul? “Dos indios de la tribu que ocuparán el campamento de Sepúlveda este verano”, le explicó el Destino.
Todos los sentimientos se pusieron de acuerdo para comenzar a actuar. La primera fue la Casualidad, que les reunió junto con más gente en un banco de madera de la gran ciudad. Ella fue quien les presentó. Luego actuó el Vicio, haciéndoles coincidir en el mismo coche camino del campamento. Una vez allí fue la Disposición la que ayudó a que esta pareja coincidiera en el futuro campamento en varias actividades de tiempo libre.
El Destino hizo que volvieran a reunirse el 1 de julio del 2003 en la plaza de toros de la gran ciudad, esta vez para pasar varios días juntos, la prueba ya sería definitiva.
Todos eran conscientes de que aquí empezaba el gran trabajo, el gran esfuerzo, porque tenían que conseguir unir a dos personas en menos de 15 días. La Esperanza estaba convencida de que lo conseguirían, pero la Pereza no hacía más que quejarse porque no quería trabajar.
Una vez empezado el campamento, la participación de ambos en varias actividades motivó a la Intriga para crear gran interés del uno por el otro, pero realmente fue el Insomnio el que provocó el encuentro directo entre ZA y LB la segunda noche del campamento. El Recuerdo hizo que compartieran distintos momentos de sus vidas alargando así la velada.

Poco a poco los sentimientos iban aumentando y las cualidades de uno llenaban al otro, la compenetración entre ambos era espectacular y aprendieron a compartir momentos de alegría, tristeza, estrés, cansancio, superando así las pruebas que cada día el Destino les imponía sin que ellos fuesen conscientes.
La Curiosidad actuó sobre los chavales del campamento que consiguieron desvelar algunos sentimientos ocultos de Zorro Azul y Luna Blanca.
La Paciencia hizo que una de las niñas escuchase los sentimientos de ZA, y el Entusiasmo y la Verdad empujaron a la niña a despertar la Esperanza de LB.
La Ansiedad no podía más, necesitaba hacer actuar a Luna Blanca como nunca jamás lo había hecho.
El Destino hizo que volvieran a reunirse el 1 de julio del 2003 en la plaza de toros de la gran ciudad, esta vez para pasar varios días juntos, la prueba ya sería definitiva.
Todos eran conscientes de que aquí empezaba el gran trabajo, el gran esfuerzo, porque tenían que conseguir unir a dos personas en menos de 15 días. La Esperanza estaba convencida de que lo conseguirían, pero la Pereza no hacía más que quejarse porque no quería trabajar.
Una vez empezado el campamento, la participación de ambos en varias actividades motivó a la Intriga para crear gran interés del uno por el otro, pero realmente fue el Insomnio el que provocó el encuentro directo entre ZA y LB la segunda noche del campamento. El Recuerdo hizo que compartieran distintos momentos de sus vidas alargando así la velada.

Poco a poco los sentimientos iban aumentando y las cualidades de uno llenaban al otro, la compenetración entre ambos era espectacular y aprendieron a compartir momentos de alegría, tristeza, estrés, cansancio, superando así las pruebas que cada día el Destino les imponía sin que ellos fuesen conscientes.
La Curiosidad actuó sobre los chavales del campamento que consiguieron desvelar algunos sentimientos ocultos de Zorro Azul y Luna Blanca.
La Paciencia hizo que una de las niñas escuchase los sentimientos de ZA, y el Entusiasmo y la Verdad empujaron a la niña a despertar la Esperanza de LB.
La Ansiedad no podía más, necesitaba hacer actuar a Luna Blanca como nunca jamás lo había hecho.

La Duda y el Miedo provocaron una gran confusión en ZA, que no era capaz de reaccionar ante tanta sorpresa, dejando todo en el aire con la Intriga y buscando respuesta en sus sueños.
El Amor, aconsejado por el Destino y el Recuerdo, esperó a que la Duda se aclarase hasta que LB y ZA estuviesen seguros de que necesitaban su compañía.
La Esperanza acompañó a LB durante toda la noche y la Decisión despertó a ZA dándole la respuesta a sus preguntas.
El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia, la Alegría dio tantos saltos que convenció a la Duda.
El encuentro de ZA y LB unió a todos los sentimientos cumpliendo así cada uno su función, excepto el Olvido que no conseguía recordar que debía de hacer, la Mentira, que amenazada por los demás decidió huir, el Miedo que se convirtió en Valor, la Soledad que se convirtió en Compañía, el Egoísmo que se convirtió en Generosidad y la Pereza en Entusiasmo.
Desde entonces el Amor y la Locura siempre acompañan a Zorro Azul y a Luna Blanca.
martes, 29 de enero de 2008
Reflexión sobre el paro.
Estar en paro no es tan divertido como uno puede llegar a imaginar. Al principio piensas que es una suerte tener una época de tu vida en la que no te comen las responsabilidades, los horarios, el estrés, las tareas pendientes, el cansancio, el agotamiento, la falta de tiempo para todo, en fin, todo lo que conlleva trabajar ocho horas al día…
Cuando trabajas piensas que no tienes tiempo para nada. Te levantas cada mañana y tu primer pensamiento es: “Ojalá estuviera en paro y pudiera levantarme a las doce de la mañana en vez de a las siete, ni siquiera se han apagado las farolas aún. El cielo está oscuro y no hay un alma por la calle”.
Ahora sal de la cama y congélate un rato hasta que consigas que tu cuerpo se adapte a la temperatura de la casa. Tómate una gran taza de café mientras intentas con gran esfuerzo abrir los ojos del todo y elegir la ropa que llevarás al trabajo. Qué rollo, hoy tienes reunión con los padres y tienes que ir mona… ahora píntate, arréglate un poco el pelo e intenta peinar ese flequillo que hoy se ha levantado un poco rebelde. Una vez que te has vestido y has conseguido estar un poco decente, coge todos tus libros, tu agenda, la reunión que te has preparado y tira hacia el trabajo.
Si vas andando te evitas los grandes atascos, el frío del coche y los pitidos de todos los trabajadores estresados que te encuentras cada mañana. Es una gran ventaja poder ir andando al trabajo, aunque no piensas lo mismo cuando la mañana es tormentosa y no deja de llover durante horas. Llegas mojada al trabajo, con ganas de que la cosa vaya bien y con ganas de que se termine la semana.
Los problemas te esperan en la puerta del colegio. A Jorge se le ha olvidado el chándal para gimnasia y no deja de llorar, Juan hoy viene un poco revuelto y te han avisado de que es posible que vomite en clase, ya que es lo que ha hecho durante toda la noche. Pedro no deja de meter los dedos en el enchufe y de pegar a sus compañeros y como no, Carlos llega tarde y tienes que buscar su baby, su agenda y poco más su cabeza. Para colmo te das cuenta de que se ha estropeado la luz en tu clase, qué mala suerte y encima con el día que hace hoy.
Por lo menos la primera hora la tienes libre y aun tienes tiempo de asentarte al día. ¡Oh no!, el profesor de gimnasia está enfermo, te toca dar a ti la clase… qué bajón, tú contabas con organizar las agendas durante esa hora y buscar los libros que aun les faltan a cuatro de tus alumnos… ahora baja al gimnasio, intenta ponerles a todos en fila y hacer que bajen en silencio. Imposible, la clase de gimnasia les gusta demasiado y bajan como locos las escaleras. Uno de ellos se cae… lo que te faltaba, busca el botiquín y cúrale la herida mientras el resto de alumnos te gritan: “Profe quiero hacer pis, profe me duele la tripa, profe Alba me está pegando…”
Por dentro piensas: “Qué ganas tengo de estar en paro y disfrutar durante unos minutos del silencio”.
Una vez superado este pequeño percance vuelves a clase con tus alumnos, uno de ellos accidentado, otro mareado y Pedro con los pelos de punta de tanto meter los dedos en el enchufe. La mañana va bien. Te toca tutoría, así que decides charlar un ratito con ellos sobre las normas del colegio. Después les bajas al patio.
Qué bien, qué descanso, ahora por lo menos puedes desayunar tranquila y fumarte un cigarrito.
Vas camino a la calle cuando sin quererlo te cruzas con tu compañera que te pide por favor que le hagas el turno del recreo… cómo la vas a decir que no… hoy por ti, mañana por mi, aunque piensas: “A mí el mañana nunca me llega…“. Desayunas unas pequeñas galletas que te has traído de casa, acompañadas del gran polvo que se levanta en el arenero, es imposible respirar, intentas taparte con el abrigo pero aún así es inútil. Pides a los niños que por favor no jueguen a tirarse arena, pero claro, tienes que entender que son niños y que es su juego preferido.
Del cigarro olvídate claro, lo dejas para el descanso de la comida, aunque en realidad tienes la sensación de haberte fumado una cajetilla entera.
En estos momentos vuelves a pensar: “Qué ganas tengo de estar en paro, levantarme cada mañana a la hora que quiera y hacer lo que me de la gana en cada momento”.
Llegas a clase, ahora una horita de escritura, por lo menos los niños estarán entretenidos y a ti te dará tiempo de contestar las agendas. Miras una, otra, otra. ¡No es posible! Ya han terminado las cuatro fichas que les he mandado, bueno seguro que lo han hecho muy deprisa… vamos a ver, jolín, están bien hechas, no les puedo mandar repetirlas, bueno no pasa nada, les propongo hacer un dibujo. El problema de esto es que de repente el resto de la clase terminan la ficha y están como locos porque se la corrijas para poder hacer ellos también un dibujo… en el fondo echas de menos el tener tiempo para disfrutar de ellos, de escuchar sus pensamientos, sus inquietudes, pero es imposible con tanto trabajo.
Bueno el trabajo pendiente te tocará terminarlo a medio día, no te queda otra.
“Venga chicos lavaros las manos y a comer”. Menuda juerga con el grifo, ni que fuera verano e hiciera 40 grados. “Chicos dejar el agua, ¡Mirar como os estáis poniendo! ¡Hace mucho frío y os estáis empapando el baby!
Del comedor ni hablamos, sería demasiado locura comentar cada caso.
Y por fin tus 45 minutos de tranquilidad. Bajas al comedor con tus compañeras, por lo menos coméis todas juntas y os da tiempo a despejaros un poco… aunque luego tienes una reunión con unos padres.
Por fin te sientas a comer tranquilamente y a comentar el día con tus compañeras. En ese momento llega la directora: “¿Qué tal chicas? ¿Todas tenéis vigilancia ahora verdad?.”Yo no”, contestas muy fielmente. “Pues entonces tienes que hacer la vigilancia que le toca hacer al profesor de gimnasia, está enfermo”. Te tocó, eso te pasa por ser novata. “Ya… pero yo… tengo una reunión con unos padres ahora… no me va a dar tiempo a comer…” “Bueno pues come más rápido”, te contestan. Total, que al final comes rápido y mal, no te da tiempo a fumarte el cigarro que tanto esperabas en el recreo, tienes la entrevista con los padres con la comida aun en la boca y después siesta con los peques. Entonces piensas: “Malditos demonios, no son capaces de dormirse, con las ganas que yo tengo. Qué ganas tengo de estar en paro para poder echarme largas siestas…”
Puf, y así llegamos a las 15:00, la hora más dura del día, te entra todo el cansancio y morriña del día y encima te toca cantar en inglés. Bueno no pasa nada porque tienes un CD en el que te vienen todas las canciones y se oye perfectamente. Pues no, hoy le ha dado por no funcionar. Tócate los pies. Ahora te toca cantar a ti. Ya nos podemos imaginar que clase de inglés han tenido los pequeños niños… Y por fin a última hora juego libre. Tú mientras a grapar las 30 circulares que te acaban de dar en las 30 agendas…
Con el sudor en la frente y mirando el reloj cada cinco minutos superas lo que parece ser la última prueba del día, te sientes orgullosa.
Quedan 10 minutos para que vengan los padres, ahora a repartir niños: “Venga chicos, los de música a la clase de los elefantes, los de inglés a la clase de los monos, los de gimnasia a la de los gatos, bueno Javi a ti mejor te llevo yo y me aseguro de que llegues bien, los demás conmigo. ¡Todos con el abrigo puesto! ¿Lleváis todo? ¿La agenda? ¿El Baby? ¿El regalo para los abuelos? Venga chicos que hoy es viernes no os olvidéis de coger todo ok?.
Parece que has superado el día, estás agotada… ahora saluda a los padres, la mayoría muy majos, pero cómo no, tiene que venir “la Petra”… y como no te tiene que montar el pollo, tú sonríes, mientras que por dentro piensas: “Qué ganas tengo de estar en paro y no volver a ver a esta mujer nunca más…”
Ya están todos los niños repartidos, menos uno claro, que te lo llevas a secretaría. El pobre niño no tiene la culpa, pero claro ya se podía dar cuenta su madre, ¡Siempre viene tarde! Le dejas junto a la puerta mientras te pones el abrigo y preparas tus cosas. Por fin aparece la madre.”Ya era hora”, piensas.
Qué alegría, ya se ha acabado el día. Te despides de tus compañeras y te diriges a fichar cuando oyes una voz: “Bueno chicas, ¿preparadas para poner el Belén?”. ”¿Quéeee? ¿Hoy? No puede ser…. Hoy no por favor, estoy cansada y llevo toda la semana llegando a las 7 a casa, que si curso de tal, que si curso de pascual, que si reunión de coordinación, que si claustro, que si extraescolar de mi compañero que está malo… venga hombre, me merezco un respiro, ¿no?”
De nuevo vuelves a pensar: “Qué ganas tengo de estar en paro, hacer lo que quiera y cuando quiera y tener un poquito de vida social…”
Hace poco mi deseo se cumplió y por fin estoy en paro y os puedo decir que a día de hoy mi pensamiento cambia, ahora la frase que recorre mi mente cada minuto es: “Qué ganas tengo de estar trabajando y llegar muerta a casa donde aún me quedan muchas cosas por hacer…”
Pues sí, queridos anónimos, hoy os dice una “parada”, que el estar en paro no es una gran suerte, sino una pequeña “desgracia”. Cuanto menos tiempo se tiene más tiempo se aprovecha y en este caso la ley del parado es: mañana, mañana, total tengo tiempo de sobra. Yo más bien soy partidaria de: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, pero creedme, cuando estás en paro éste lema está presente en tu mente, pero eres incapaz de cumplirlo, la pereza te absorbe.
Ahora os digo que si tenéis la oportunidad de trabajar, aunque os de mucha pereza no digáis no, porque los primeros días en paro pueden ser geniales, puedes aprovechar a hacer viajes, salir, entrar, ir de un lado a otro, pero pensar que en esta vida todo en exceso termina cansando.
Cuando trabajas piensas que no tienes tiempo para nada. Te levantas cada mañana y tu primer pensamiento es: “Ojalá estuviera en paro y pudiera levantarme a las doce de la mañana en vez de a las siete, ni siquiera se han apagado las farolas aún. El cielo está oscuro y no hay un alma por la calle”.
Ahora sal de la cama y congélate un rato hasta que consigas que tu cuerpo se adapte a la temperatura de la casa. Tómate una gran taza de café mientras intentas con gran esfuerzo abrir los ojos del todo y elegir la ropa que llevarás al trabajo. Qué rollo, hoy tienes reunión con los padres y tienes que ir mona… ahora píntate, arréglate un poco el pelo e intenta peinar ese flequillo que hoy se ha levantado un poco rebelde. Una vez que te has vestido y has conseguido estar un poco decente, coge todos tus libros, tu agenda, la reunión que te has preparado y tira hacia el trabajo.
Si vas andando te evitas los grandes atascos, el frío del coche y los pitidos de todos los trabajadores estresados que te encuentras cada mañana. Es una gran ventaja poder ir andando al trabajo, aunque no piensas lo mismo cuando la mañana es tormentosa y no deja de llover durante horas. Llegas mojada al trabajo, con ganas de que la cosa vaya bien y con ganas de que se termine la semana.
Los problemas te esperan en la puerta del colegio. A Jorge se le ha olvidado el chándal para gimnasia y no deja de llorar, Juan hoy viene un poco revuelto y te han avisado de que es posible que vomite en clase, ya que es lo que ha hecho durante toda la noche. Pedro no deja de meter los dedos en el enchufe y de pegar a sus compañeros y como no, Carlos llega tarde y tienes que buscar su baby, su agenda y poco más su cabeza. Para colmo te das cuenta de que se ha estropeado la luz en tu clase, qué mala suerte y encima con el día que hace hoy.
Por lo menos la primera hora la tienes libre y aun tienes tiempo de asentarte al día. ¡Oh no!, el profesor de gimnasia está enfermo, te toca dar a ti la clase… qué bajón, tú contabas con organizar las agendas durante esa hora y buscar los libros que aun les faltan a cuatro de tus alumnos… ahora baja al gimnasio, intenta ponerles a todos en fila y hacer que bajen en silencio. Imposible, la clase de gimnasia les gusta demasiado y bajan como locos las escaleras. Uno de ellos se cae… lo que te faltaba, busca el botiquín y cúrale la herida mientras el resto de alumnos te gritan: “Profe quiero hacer pis, profe me duele la tripa, profe Alba me está pegando…”
Por dentro piensas: “Qué ganas tengo de estar en paro y disfrutar durante unos minutos del silencio”.
Una vez superado este pequeño percance vuelves a clase con tus alumnos, uno de ellos accidentado, otro mareado y Pedro con los pelos de punta de tanto meter los dedos en el enchufe. La mañana va bien. Te toca tutoría, así que decides charlar un ratito con ellos sobre las normas del colegio. Después les bajas al patio.
Qué bien, qué descanso, ahora por lo menos puedes desayunar tranquila y fumarte un cigarrito.
Vas camino a la calle cuando sin quererlo te cruzas con tu compañera que te pide por favor que le hagas el turno del recreo… cómo la vas a decir que no… hoy por ti, mañana por mi, aunque piensas: “A mí el mañana nunca me llega…“. Desayunas unas pequeñas galletas que te has traído de casa, acompañadas del gran polvo que se levanta en el arenero, es imposible respirar, intentas taparte con el abrigo pero aún así es inútil. Pides a los niños que por favor no jueguen a tirarse arena, pero claro, tienes que entender que son niños y que es su juego preferido.
Del cigarro olvídate claro, lo dejas para el descanso de la comida, aunque en realidad tienes la sensación de haberte fumado una cajetilla entera.
En estos momentos vuelves a pensar: “Qué ganas tengo de estar en paro, levantarme cada mañana a la hora que quiera y hacer lo que me de la gana en cada momento”.
Llegas a clase, ahora una horita de escritura, por lo menos los niños estarán entretenidos y a ti te dará tiempo de contestar las agendas. Miras una, otra, otra. ¡No es posible! Ya han terminado las cuatro fichas que les he mandado, bueno seguro que lo han hecho muy deprisa… vamos a ver, jolín, están bien hechas, no les puedo mandar repetirlas, bueno no pasa nada, les propongo hacer un dibujo. El problema de esto es que de repente el resto de la clase terminan la ficha y están como locos porque se la corrijas para poder hacer ellos también un dibujo… en el fondo echas de menos el tener tiempo para disfrutar de ellos, de escuchar sus pensamientos, sus inquietudes, pero es imposible con tanto trabajo.
Bueno el trabajo pendiente te tocará terminarlo a medio día, no te queda otra.
“Venga chicos lavaros las manos y a comer”. Menuda juerga con el grifo, ni que fuera verano e hiciera 40 grados. “Chicos dejar el agua, ¡Mirar como os estáis poniendo! ¡Hace mucho frío y os estáis empapando el baby!
Del comedor ni hablamos, sería demasiado locura comentar cada caso.
Y por fin tus 45 minutos de tranquilidad. Bajas al comedor con tus compañeras, por lo menos coméis todas juntas y os da tiempo a despejaros un poco… aunque luego tienes una reunión con unos padres.
Por fin te sientas a comer tranquilamente y a comentar el día con tus compañeras. En ese momento llega la directora: “¿Qué tal chicas? ¿Todas tenéis vigilancia ahora verdad?.”Yo no”, contestas muy fielmente. “Pues entonces tienes que hacer la vigilancia que le toca hacer al profesor de gimnasia, está enfermo”. Te tocó, eso te pasa por ser novata. “Ya… pero yo… tengo una reunión con unos padres ahora… no me va a dar tiempo a comer…” “Bueno pues come más rápido”, te contestan. Total, que al final comes rápido y mal, no te da tiempo a fumarte el cigarro que tanto esperabas en el recreo, tienes la entrevista con los padres con la comida aun en la boca y después siesta con los peques. Entonces piensas: “Malditos demonios, no son capaces de dormirse, con las ganas que yo tengo. Qué ganas tengo de estar en paro para poder echarme largas siestas…”
Puf, y así llegamos a las 15:00, la hora más dura del día, te entra todo el cansancio y morriña del día y encima te toca cantar en inglés. Bueno no pasa nada porque tienes un CD en el que te vienen todas las canciones y se oye perfectamente. Pues no, hoy le ha dado por no funcionar. Tócate los pies. Ahora te toca cantar a ti. Ya nos podemos imaginar que clase de inglés han tenido los pequeños niños… Y por fin a última hora juego libre. Tú mientras a grapar las 30 circulares que te acaban de dar en las 30 agendas…
Con el sudor en la frente y mirando el reloj cada cinco minutos superas lo que parece ser la última prueba del día, te sientes orgullosa.
Quedan 10 minutos para que vengan los padres, ahora a repartir niños: “Venga chicos, los de música a la clase de los elefantes, los de inglés a la clase de los monos, los de gimnasia a la de los gatos, bueno Javi a ti mejor te llevo yo y me aseguro de que llegues bien, los demás conmigo. ¡Todos con el abrigo puesto! ¿Lleváis todo? ¿La agenda? ¿El Baby? ¿El regalo para los abuelos? Venga chicos que hoy es viernes no os olvidéis de coger todo ok?.
Parece que has superado el día, estás agotada… ahora saluda a los padres, la mayoría muy majos, pero cómo no, tiene que venir “la Petra”… y como no te tiene que montar el pollo, tú sonríes, mientras que por dentro piensas: “Qué ganas tengo de estar en paro y no volver a ver a esta mujer nunca más…”
Ya están todos los niños repartidos, menos uno claro, que te lo llevas a secretaría. El pobre niño no tiene la culpa, pero claro ya se podía dar cuenta su madre, ¡Siempre viene tarde! Le dejas junto a la puerta mientras te pones el abrigo y preparas tus cosas. Por fin aparece la madre.”Ya era hora”, piensas.
Qué alegría, ya se ha acabado el día. Te despides de tus compañeras y te diriges a fichar cuando oyes una voz: “Bueno chicas, ¿preparadas para poner el Belén?”. ”¿Quéeee? ¿Hoy? No puede ser…. Hoy no por favor, estoy cansada y llevo toda la semana llegando a las 7 a casa, que si curso de tal, que si curso de pascual, que si reunión de coordinación, que si claustro, que si extraescolar de mi compañero que está malo… venga hombre, me merezco un respiro, ¿no?”
De nuevo vuelves a pensar: “Qué ganas tengo de estar en paro, hacer lo que quiera y cuando quiera y tener un poquito de vida social…”
Hace poco mi deseo se cumplió y por fin estoy en paro y os puedo decir que a día de hoy mi pensamiento cambia, ahora la frase que recorre mi mente cada minuto es: “Qué ganas tengo de estar trabajando y llegar muerta a casa donde aún me quedan muchas cosas por hacer…”
Pues sí, queridos anónimos, hoy os dice una “parada”, que el estar en paro no es una gran suerte, sino una pequeña “desgracia”. Cuanto menos tiempo se tiene más tiempo se aprovecha y en este caso la ley del parado es: mañana, mañana, total tengo tiempo de sobra. Yo más bien soy partidaria de: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, pero creedme, cuando estás en paro éste lema está presente en tu mente, pero eres incapaz de cumplirlo, la pereza te absorbe.
Ahora os digo que si tenéis la oportunidad de trabajar, aunque os de mucha pereza no digáis no, porque los primeros días en paro pueden ser geniales, puedes aprovechar a hacer viajes, salir, entrar, ir de un lado a otro, pero pensar que en esta vida todo en exceso termina cansando.
lunes, 28 de enero de 2008
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